Despoblar la Sierra: una expresión del paramilitarismo que atraviesa a Colombia

Los combates, muertes y desmembramientos que han ocurrido en el territorio del pueblo wiwa y de la comunidad afro de Juan y Medio, en La Guajira, llevaron a 1.500 personas a desplazarse para resguardar su integridad. Consideran que el territorio se contaminó espiritualmente y no hay garantías de que no vuelva a suceder. La gravedad de la situación nos hizo sumergirnos en los orígenes del paramilitarismo para desentrañar, junto a nuestra audiencia, dónde están las memorias, la cultura y los efectos de este fenómeno en la sociedad colombiana.
Fecha: 2024-08-18
Por: MUTANTE
Collage:
CAMILA BOLÍVAR
Fecha: 2024-08-18
Despoblar la Sierra: una expresión del paramilitarismo que atraviesa a Colombia
Los combates, muertes y desmembramientos que han ocurrido en el territorio del pueblo wiwa y de la comunidad afro de Juan y Medio, en La Guajira, llevaron a 1.500 personas a desplazarse para resguardar su integridad. Consideran que el territorio se contaminó espiritualmente y no hay garantías de que no vuelva a suceder. La gravedad de la situación nos hizo sumergirnos en los orígenes del paramilitarismo para desentrañar, junto a nuestra audiencia, dónde están las memorias, la cultura y los efectos de este fenómeno en la sociedad colombiana.
Por: MUTANTE
Collage:
CAMILA BOLÍVAR
Como en los peores años del paramilitarismo, la comunidad afrocolombiana de Juan y Medio despertó el 27 de febrero de 2024 con una escena de terror: una bolsa negra y un saco (costal) anaranjado llenos de extremidades humanas en la calle principal del pueblo, al lado de la casa de Yoanis Mejía, una líder comunal. Las mujeres que se levantaron temprano a barrer las calles, como no habían hecho en dos días, pues había combates cerca y tenían miedo, los encontraron.
Dos noches antes, más de 300 personas del pueblo indígena wiwa habían pasado por Juan y Medio por la misma razón: los combates en su territorio los obligaron a salir hacia Riohacha.
En las semanas siguientes, más personas se desplazaron de ambos lugares, hasta completar 1.611 desplazados en Riohacha, según las cifras de la Alcaldía. Visitamos Juan y Medio y explicamos esta crisis humanitaria en el reportaje “Despoblar la Sierra: Más de 1.500 personas siguen desplazadas en La Guajira”, que puso el foco no solo en el desplazamiento, sino en las causas del conflicto y las consecuencias de este para la seguridad física, alimentaria, los riesgos de violencia sexual contra las niñas indígenas y el desbalance espiritual del territorio.
Este reportaje sirvió como ancla para una conversación social más amplia bajo el hashtag #HablemosDelParamilitarismo. La premisa fue clara: el desplazamiento en La Guajira no fue un hecho aislado, sino una manifestación dolorosa de cómo el paramilitarismo, a pesar de los procesos de paz, siguió reconfigurándose tanto material como simbólicamente, especialmente en territorios de los que nunca se fue, como la Sierra Nevada de Santa Marta.
La estrategia multimedia buscó conectar a la audiencia de Mutante no solo con la situación de La Guajira, sino también con sus propias memorias sobre el paramilitarismo, con las discusiones teóricas sobre la definición del fenómeno, así como con las afectaciones materiales y simbólicas que persisten hasta hoy.
Se utilizaron carruseles en Instagram para generar la reflexión sobre las historias personales de la audiencia y para discutir los conceptos; hilos de Twitter para analizar la respuesta estatal; reels en TikTok para explicar cómo se había reciclado este fenómeno a lo largo de tres décadas; y acciones participativas como la creación de carteles para empapelar muros urbanos por las víctimas.
Esta conjugación de formatos permitió abordar el tema con rigor periodístico mientras se fomentaba la participación de la audiencia. Se exploraron las raíces del paramilitarismo, su arraigo cultural, las realidades de quienes vivieron bajo su control y las formas de resistencia ciudadana. El objetivo fue generar conciencia crítica y buscar colectivamente vías para desmantelar estas estructuras violentas.
El caso de La Guajira, con sus más de 1.500 desplazados, fue un recordatorio urgente de la deuda pendiente con las víctimas y la necesidad de abordar de frente las herencias paramilitares. La conversación multimedia demostró que fue posible usar el periodismo de investigación como motor para un diálogo social amplio que visibiliza estas realidades y moviliza hacia el cambio.
Ruta de conversación:
Durante siete semanas sostuvimos la conversación digital #HablemosDelParamilitarismo en todos nuestros canales de redes sociales, donde recibimos en total 1.138 comentarios y alcanzamos 525.341 cuentas. Durante este periodo de tiempo, leímos e interactuamos con los usuarios que participaron a través de comentarios o mensajes internos. Ellos completaron nuestro periodismo aportando información, dejando sus reflexiones, opiniones, preguntas y testimonios. Nosotras nos mantuvimos atentas y moderamos esa participación con cada nuevo contenido y en la interacción directa con los usuarios. Todas estas actividades conforman la conversación.
Con el último posteo terminó la conversación y nos dedicamos al análisis de la participación. #HablemosDelParamilitarismo tuvo cuatro momentos importantes que revelaron los sentidos compartidos, las tensiones discursivas y las memorias colectivas en torno al fenómeno paramilitar en Colombia:
- Primer momento: Las imágenes que el paramilitarismo dejó en la memoria individual y colectiva.
Al inicio de la conversación, preguntamos por la primera imagen relacionada al paramilitarismo que habían visto. La operación Orión en la comuna 13 de Medellín, Carlos Castaño en la televisión y diversas masacres fueron las respuestas más repetidas. Con ellas como insumo construimos esta publicación en la que las devolvimos dotadas de contexto documentado.
Una parte de la audiencia, sin embargo, respondió a una variación de la pregunta: cambiaron la premisa de la “primera imagen del paramilitarismo” por la de la imagen “más fuerte del paramilitarismo”. Las respuestas a esta variación no solo expresaron la dimensión visual, sino que se demostraron una experiencia corporal y afectiva intensa con las imágenes de la guerra: el miedo vivido, los recuerdos con escaramuza, la imposibilidad de actuar con libertad, la amenaza constante. Un ejemplo notable fue el relato de la usuaria @paolajinnethsilva, quien recordó no poder devolverse a recoger una mandarina que se le cayó a su hermana, pues había un hombre armado en el camino veredal y “con los paras no se podía voltear a mirar”. Este tipo de memorias encarnadas dan cuenta de una subjetividad marcada por el control social y la violencia cotidiana.
En términos generales, los recuerdos compartidos giraron en torno a dos ejes centrales: la infancia como etapa de vulnerabilidad, y el territorio como espacio atravesado por el conflicto y la presencia armada.
- Segundo momento: El debate por la definición del concepto “paramilitarismo”
En el carrusel del 23 de junio, presentamos a la audiencia la disputa y falta de consenso que hay sobre este concepto a través de un sumario de definiciones. Esto detonó la participación en la que destacaron argumentos en el sentido de que el paramilitarismo no es solo un actor armado, sino un sistema o estrategia del poder dominante, vinculado, según nombraron en comentarios, con:
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- El Estado, especialmente con sectores de la derecha y élites políticas y económicas.
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- Empresarios y terratenientes que buscan controlar tierras y eliminar oposición social.
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- El crimen organizado, en particular el narcotráfico.
La pluralidad de las lecturas evidenció la disputa por el significado del término, pero también el conocimiento crítico que una parte de la ciudadanía ha construido desde la experiencia personal.
- Tercer momento: Visiones del paramilitarismo y cultura paramilitar que persisten
Aunque la definición del concepto sea una cuestión en disputa, lo que sí es claro para las personas, además de las imágenes que recuerdan relacionadas al paramilitarismo, es el reconocimiento colectivo de que el pensamiento paramilitar aún persiste. Además de reconocer que las visiones presentadas en esta checklist se mantienen en la actualidad, también hay usuarios como @kturo69 y @basspena que aportan frases típicas de una mentalidad paramilitarizada que se siguen escuchando en sus entornos: “algo debía”, “los muchachos del barrio que ponen orden”, entre otras.
Se habló de una “cultura paramilitar” que se reproduce en la vida cotidiana: desde la estigmatización de lo social y lo comunitario, hasta formas de justicia por mano propia, pasando por la legitimación del uso de la violencia como mecanismo de orden. Este momento de la conversación reveló la profundidad cultural y simbólica del fenómeno, más allá de su dimensión militar o armada.
- Cuarto momento: Llamado a la acción.
La metodología de conversación social de Mutante propone: hablar, comprender y actuar. Para esta conversación hicimos una colaboración con el colectivo Sin Olvido, con quienes la preparamos unos pósters descargables que luego pegamos en las calles de Bogotá. Las imágenes querían, a través de los datos, ayudar a dimensionar el daño que causó el paramilitarismo en el pasado e interpelar a los transeúntes sobre la presencia actual de grupos sucesores de este fenómeno en más de mil municipios del país, concentrados principalmente en zonas del caribe como Juan y Medio.
Al compartir esta acción en calle en redes, preguntamos en qué otros lugares pegarían los usuarios esta información y las personas propusieron municipios y regiones donde el accionar paramilitar fue aplastante, como: Barrancabermeja (Santander), Urabá (región entre Chocó y Antioquia), Córdoba (departamento del Caribe), Pereira (ciudad en la región el Eje Cafetero), Ciénaga (Municipio de Magdalena, en el caribe) y Medellín (capital de Antioquia). También dejaron espacios políticos como el Congreso y las Alcaldías y, finalmente, lugares masivos con transeúntes desprevenidos como centros comerciales o estaciones del sistema de transporte público.
Los carteles fueron guardados 109 veces en Instagram y descargados otras 26 de nuestra página web, hasta ahora. Esto sumado a la cantidad, diversidad y calidad de los aportes de las audiencias en los distintos canales, el interés que despertó la conversación en plataformas como Tik-tok (donde no tenemos una larga trayectoria y que no se suele usar para hablar de ‘temas duros’), las más de 16 mil veces que los usuarios de nuestra red social principal vieron las stories de esta conversación y los 14 comentarios donde distintos usuarios nos expresaron su agradecimiento por poner este tema, nos demuestran lo ávidos que están distintos públicos de cualificar su opinión sobre fenómenos de nuestra historia reciente.
La conversación sobre paramilitarismo se convirtió en un espacio para empatizar con las víctimas y construir conocimiento colectivo sobre este flagelo desde una perspectiva testimonial e íntima, en la que evidenciamos el poder que tiene darle la palabra a los otros para incluir su aporte en el rompecabezas de la guerra. Nuestro periodismo se fortaleció gracias a la apropiación que los usuarios de redes hicieron de los contenidos, en la que la mayoría pusieron su cuerpo, sus emociones y sus recuerdos.
Centrar la mirada en las huellas que deja el conflicto en los imaginarios propios resultó ser una aproximación útil para sostener públicamente una conversación tan delicada, que desde otros enfoques resulta mucho más hostil y polarizante.
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